jueves, 14 de noviembre de 2024

La burra que se convirtió en camello

 

 

 

La burra que se convirtió en camello


Había una vez, en un pequeño pueblo lleno de colinas verdes, una burra llamada Lela. Lela era una burra muy simpática, pero tenía un problema: siempre soñaba con ser algo diferente. Mientras que todas las demás burras estaban contentas llevando cestas llenas de frutas o de flores, Lela se pasaba el día mirando al cielo y pensando: "¡Qué bonito sería ser un camello!"

Un día, mientras caminaba por el campo, Lela vio a un niño llamado Joel. Joel era un niño curioso y siempre estaba dispuesto a ayudar a los animales. Se acercó a Lela y le dijo:  
—Hola, Lela. ¿Por qué estás tan pensativa?  
—Ay, Joel —suspiró Lela—, estoy cansada de ser una burra. Quiero ser un camello. ¡Los camellos son tan altos, tienen jorobas tan grandes y pueden caminar por el desierto sin cansarse! ¡Eso sí que sería genial!

Joel, que siempre tenía una solución para todo, pensó por un momento y luego sonrió.  
—¡Eso suena como una gran aventura, Lela! ¿Sabes qué? Yo tengo un libro mágico que puede hacer realidad los sueños. Si quieres, podemos probarlo.

Lela, emocionada, dijo:  
—¡Sí, por favor, Joel! Quiero ser un camello ahora mismo.

Joel sacó de su mochila un libro muy raro, con una tapa brillante y muchas ilustraciones de animales. Lo abrió y comenzó a leer en voz alta:  
—"Con este hechizo tan especial, todo animal puede cambiar, si en su corazón hay un sueño, lo podrá alcanzar."  
De repente, un brillante destello rodeó a Lela, y en un abrir y cerrar de ojos… ¡se convirtió en un camello!

Lela ahora tenía una enorme joroba en su espalda, unas patas largas y fuertes, y su cara parecía mucho más seria que antes. Se miró en el reflejo de un charco y gritó emocionada:  
—¡Miren, soy un camello! ¡Ahora puedo caminar por el desierto!  
Joel, un poco sorprendido, la miró y dijo:  
—¡Wow, Lela! ¡Te ves impresionante! Pero, ¿estás segura de que quieres ser un camello?

Lela comenzó a caminar como un camello, levantando las patas con mucho estilo. Pero pronto se dio cuenta de que ser un camello no era tan divertido como había imaginado. Tenía que caminar por el campo todo el día bajo el sol, ¡y no había ni un solo arbusto de espino para descansar bajo su sombra!

—¡Ay, Joel! —dijo Lela, agotada—, ¡me duele la espalda! Y además, ¡los camellos no pueden correr tan rápido como las burras! ¡Extraño ser una burra!

Joel sonrió y le dijo:  
—Es normal, Lela. A veces lo que soñamos no es tan perfecto como imaginábamos. ¿Por qué no volvemos a ser la burra alegre que siempre fuiste?

Lela asintió, y Joel volvió a abrir su libro mágico, murmurando otro hechizo. En un parpadeo, Lela volvió a ser una burra, tan feliz y contenta como antes.

—¡Gracias, Joel! Ahora sé que ser una burra es lo mejor que puedo ser. Puedo correr rápido, llevar cestas y disfrutar de los días soleados sin preocuparme por las largas caminatas en el desierto.

Desde ese día, Lela nunca más soñó con ser un camello. Aprendió a valorar lo que ya tenía, y siempre corría felizmente por el campo, sabiendo que cada ser es especial a su manera.

Y así terminó la historia de Lela, la burra que se convirtió en camello, ¡pero que descubrió que ser una burra era lo mejor del mundo!

**FIN.**

2 comentarios:

  1. Hola maestro Juan soy Celia.Me a gustado mucho el cuento. Ha estado
    muy bien.Muchasgracias.

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  2. Me alegra que te haya gustado Celia. Si me pones otro comentario indicando como quieres que sea el cuento, lo busco y te pongo de protagonista. ;)

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